Condiciones, nombres y motivos.

El eco

Protocolo de muros y distancias para el viento y la palabra, como la sombra detrás de un cuerpo no solo dibuja su silueta, afirma su esencia para quien no la percibe amplia, para quien no la sabe propia. Es el sonido de la sincronía entre lo habitado y el que lo habita, el reproche del silencio y la mesura, los latidos del tiempo. El eco es la carrera de lo hablado en la brisa, el segundo después del segundo marcando cada tono, es la pronunciación subjetiva que el universo nos devuelve y que solo notamos cuando el aprecio nos llena los sentidos.

 

La luz

La ausencia de luz promete llanto. Inimaginables los paisajes donde las sombras habitan con su ternura y aroma; el alba define su condición de sentirse invisible para brindarnos la manifestación de un todo que no aprendemos a mirar, como ciegos por decisión voluntaria pensamos conocer perfectamente todo lo que vemos sin comprender la luz que hace posible el reflejo. La luz, es la interpretación más alta de la pureza y como tal existe por todo lo que concede sin condición.

 

El ángel

Criaturas iridiscentes habitando en el abismo de los éteres, alimentándose de plegarias con tono de quintaesencia. Creen en su pureza de pseudo divinidades y cuentan con el exilio del plano celeste para sus juegos narcisos y su bohemia inconsolada. Tienen la visión terrena de la vida y su tiempo se dibuja eterno, huelen a sueños, a mar y calma, su aliento es tangible y posee las propiedades de una agradable nostalgia. Fueron creados para contemplar pero aprendieron a sentirse contemplados e inalcanzables.

 

La mariposa

Con el oficio de llevar colores en las alas ocultando el delicado veneno que cubre su cuerpo y que recorre su sangre fría, creando torvas con su vuelo, con su endeble fuerza frágil en ascenso, conservando su calor. La boca en espiral creando ecos fetiches y palabras indecibles e inolvidables (pues todo el silencio resulta insuficiente cuando la voz permanece en la memoria). En vuelo sutil traza su camino en torno a unos días y regresa siempre al punto de partida manteniéndose en vuelo por conservar su figura clara para el viento. Sus alas rosan sentimientos y en vuelo son letales para quien trata de cogerlas, en su condición de monarca deja con su beso el veneno y la esperanza.

 

La flor

Mi flor permanece recogiendo el rocío de sus propias tempestades para contener su complejo de musa sin tacto. Permanece, amoldando su polen para renovarse en cada amanecer a expensas del sol y sus latidos, sugiere un botón sus sueños y su arte de lucir siempre perfecta demuestra un deseo en cada pétalo, en cada impulso. En ocasiones sube a pisar la luna y me libera de sueños interminables. Mi flor no duerme, no vive, no se marchita... solo permanece.


El viento

En el tacto más sensible, en el más perceptivo, en el tacto más sublime; justo ahí se cree conocer el viento que nos permite percibir el entorno en que permanecemos. Existimos en el viento, en su tacto cósmico y su estelar materia inalterable. El viento no descansa, su ardua tarea es llevar consigo parte de nuestras sustancias al infinito y formar la quinta esencia, a veces entre sus corrientes arrastra  palabras que nadie ha escuchado, sueños y lamentos, condiciones cotidianas. . .

La condición del viento es conceder y no exigir, él no sabe de qué manera existe para nosotros que ya nos es indispensable.

 

La lluvia

El descenso cautivo de un ciclo fascinante, toda ella se renueva y regresa, recoge nuestros lamentos, nos hace nuevos, nos invade y nos cubrimos de ella, cuando se derrocha en nosotros es como cubrirnos de estrellas. Qué gran placer es la lluvia. Tiene pacto con lo que toca y es la ninfa preferida del mar y los ríos, ha construido en ellos su camino en la tierra y en el viento su paso ingrávido es la dirección que el sol le otorgue para renacer.

 

El sueño

Un aliento cósmico que nos cierra los ojos y musita deseos reprimidos, una constante de suertes incumplidas para los fanáticos del café. Alguna vez conocí a una chica que parecía desvanecerse a cada paso hasta ocultarse en la mirada, y volvía a manifestarse cuando lograba arrancarte un parpadeo. Quise imaginar que esta persona guardaba cierta pureza al soñar, o mejor aún, soñaba despierta. Tenía en la sonrisa ese mimetismo con un fulgor pálido que la mantenía transparente, era como una lluvia de sutilezas sublimes vuelta hacia uno mismo como ciertas noches cálidas. Insistió de su labio al mío en un ritmo sincopado con palabras que nunca traduje y formo un acervo nebulosos de sensaciones (pero al centro siempre ella).

Advertí su partida furtiva del céfiro de mis ceremonias cuando abrí los ojos para no verla. Busque sus pasos en el camino y eran nada, era realmente un sueño. . .

 

La muerte

La última fiesta, ese salir del tedio en la mezcla definitiva de nuestras substancias; el ser sin la condición de existir, solo ser.

Efímeramente ángel en exilio permanente, en ausencia de espacio y de tiempo, donde todo es transparente y se define esa razón de nuestros pasos  (los pasos que condicionamos para justificar nuestra existencia), esa razón que imponemos a quien trata de definir su condición. La muerte, es aquella alegoría de sombras con tesitura quimérica que en nuestra confusión toma un pulso frío y pausado, al cual tememos por ser como esa parte del sentimiento que no podemos describir pero que es innegable.

Sé que guardo dentro una noche de la que se menos que la vida y en algún momento esa noche despertara con una gloria taciturna y orea, un orgasmo metafísico; entonces, mis manos descansarán de construir una paz ajena para mis sentidos y hurgarán en el cosmos para encontrar el eco de mis palabras.

Haré de mi vida viento y correré en el lugar donde se levanta la mirada, donde nace la luz. Dormiré donde muere el día, donde las sombras habitan con su ternura y aroma, voy a olvidar lo que se y volveré a asombrarme con lo descomunal de todo.  El fin de la vida, dicen, la última fiesta, les digo.

 

Roció

Voy a besar las sombras que escondes bajo de los parpados cerrados,

a incendiar tus venas secas de amaneceres de rocío,

voy a cubrir todas tus heridas con céfiros de caricia

y cubriré también tu cuerpo entero con pedazos de mi aliento,

voy a probar el sabor que exuda tu concupiscencia

que me ha vuelto más vulnerable que el viento.

 

Voy a secar tus ojos de sirena y me voy a convertir en ambrosía,

voy a demostrarte que no has conocido la vida

de los que mueren a cada día .

 

Selene

Todo era esperar lo mismo  

y sucede a cada instante ,

no encuentro forma de descifrarlo

pero es algo total,

paso a paso y todo tiembla.


“A penas” te percibo

y el furtivo de mi serenidad

abandona mi espacio,

no logra alcanzarte y todo tiembla.


Los momentos son frágiles

y los cristales ya no reflejan,

la luna ya no se posa menguante

con su sonrisa paso a paso.


Mi voz y mis palabras,

todo ha viajado en el viento,

el furtivo regresa a mi tiempo

agotado paso a paso

. . . . y todo tiembla.

 

Alba

En el alba de mis días

las cosas ya son distintas,

no existe otra faz que lo diga

con brillos y algarabías.


En lo profundo de su eco

mi soledad se hipnotiza

y hiere de muerte al silencio

con la edad de su alegría.


Son frutos de la mañana

los recuerdos del día anterior

que en trémulo baile acompañan

el recorrido de su esplendor.


Si cierne su luz mis horas

el firmamento pierde sus grises,

y a través de las blancas ventanas

devuelve a la brisa matices.


Su destello es semejante

a los pasos de Selene

y cuando se posa menguante

los sueños eternos retiene.


Los soles que escapan de noche,

regresan a ver el fulgor

que en cada botón deshoja

sobre su vuelo la flor.

 

Tu luz

Has materializado los días

con tu luz azul a velocidad suicida,

con la habilidad camaleónica

que disfraza tu boca al sonreír,

que a tu paso te viste del color del viento

y satisface todos tus segundos

con esa sincronía cósmica de sueños

tan divina como terrible.

 

El beso

Abierta y efervescente,

intensa y fría en su ser,

más que aire y esencia,

más que el claro oscuro en sueños

y así aun

cuestionarme tanto sin perder la fe.


Más que vida,

más que aliento,

probar tu divinidad

abre una llaga en los labios.

 

Por vez primera

Por vez primera

un aplauso de tu desnudes,

con el brillo albo de la plata

y la gracia de un ángel.


A cada caricia se engendra aire nuevo

que nace al paso de nuestras manos,

con la transparencia trémula y astral

del eco de una sombra sin apariencia

que solo nosotros pudimos crear en esta noche

disfrazada de azul y banderas de luz.

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